
La tierra, nuestro planeta, es una excepción dentro del sistema solar ya que por sus condiciones es el único en el que se ha desarrollado la vida. Tiene forma de esfera ligeramente achatada en los polvos y está constituida por una parte sólida, integrada básicamente por rocas minerales; una parte liquida, mares y aguas continentales; y una parte gaseosa que la envuelve, la atmosfera, de casi 1 000 km de altura, compuesta de nitrógeno , oxígeno y vapor de agua.
La formación de la tierra
Unas de las teorías más aceptadas sostienen que la tierra se formó a partir de la nebulosa que dio lugar al sistema solar. En sus inicios, la tierra era de mayor tamaño, pues estaba compuesta por una inmensa bola de hidrogeno, helio y polvo. Más tarde, empezó a contraerse lentamente al mismo tiempo que aumentaba su temperatura. Con estas transformaciones, el helio y parte de hidrogeno escaparon de la gravedad de la tierra mientras que el oxígeno no se combinó con parte del hidrogeno para formar agua. Hace 3 000 millones de años, la contracción cesó al igual que la temperatura superficial posibilitando el posterior desarrollo de la vida.
Movimientos de la tierra
Como todos los planetas, la tierra tiene dos movimientos principales que son el de rotación y el de traslación.
– En el movimiento de rotación, la tierra gira alrededor de su eje en el sentido oeste-este y tiene una duración de 23 horas y 56 minutos, conocido con el nombre de día sideral, y marca, por tanto, la sucesión de los días y las noches.
– En el movimiento de traslación, la tierra gira alrededor del sol. Para completar este recorrido, la tierra invierte 365 días y un cuarto, periodo que constituye un año sideral. Para recuperar este cuarto de día se han establecido los años bisiestos , cada cuatro años, que duran un día más, es decir, 366 días.